Escribo porque
quisiera compartir con Uds. una información que tuve la oportunidad de conocer
recientemente, y que me ha parecido de gran valor. Se trata de un proyecto
sobre el rescate del caballo, pero no de cualquier caballo, sino del caballo criollo venezolano. A
continuación les explico.
De acuerdo a la información
suministrada por el Dr. Jurado, médico veterinario que lideriza este proyecto, el
caballo fue traído a América por los españoles en la época de la conquista y, a
merced del ambiente típico del trópico, sufrió los rigores de un proceso de
selección natural extremadamente duro, en un ambiente con alimento escaso y de
baja calidad, con la alternancia de períodos muy secos y de extrema humedad y bajo
el impacto de altas cargas parasitarias. Bajo estas condiciones, después de cientos
de años de selección natural, el resultado fue la supervivencia de uno de los
caballos más resistentes del mundo, el caballo
criollo, un animal que posee unas características genéticas y
fenotípicas de gran rusticidad y adaptabilidad al medio, que pudieran
considerarse únicas y que le permiten vivir, trabajar y reproducirse en
condiciones adversas.
Entre estas características se pueden
citar:
·
Posee un requerimiento nutricional bajo, tanto en cantidad como en
calidad; alcanzan pesos óptimos a
puro pasto; con una ración normal que consume un ejemplar de otra raza, pueden
comer bien varios caballos criollos (por lo menos 4).
·
Difícilmente padece de indigestiones y cólicos, afecciones
propias del caballo; toleran cambios en la dieta, pueden comer lo que se les presente sin mostrar novedad alguna
·
Generalmente, no requiere ser herrados; sus cascos
resisten largas caminatas, inclusive por caminos asfaltados, sin sufrir
lesiones
·
No sufre de las lesiones bucales o alteraciones dentarias
típicas de la especie, razón por la cual no requieren trabajos odontológicos,
normalmente necesarios en la mayoría de las razas equinas
·
Es muy resistente a enfermarse
·
Soporta cargas muy pesadas
Con respecto a estas bondades, el Dr. Jurado compara el caballo
criollo con el escarabajo de la
Volkswagen, recurso de bajo mantenimiento, pero de altísimo rendimiento. Tal es el caso de “Guacharaco” y “Dibujo” que trabajan en una
finca venezolana de 1.500 hectáreas, a una temperatura promedio de 43 °C,
comiendo sólo el peor pasto que pueden arrancar con sus dientes y, además,
plagados de parásitos (garrapatas, tábanos y otros bichos). O el caso de “Gato”
y “Mancha”, dos ejemplares criollos argentinos que recorrieron el continente
americano desde Buenos Aires a Nueva York, comiendo lo que encontraban y
batiendo récords de distancia y altura.
Se puede decir que el caballo criollo es el único equino que está
adaptado a las duras condiciones de nuestro campo venezolano. Por ejemplo, la
mayoría de las faenas ganaderas del país, de caracter extensivo, requieren del apoyo del caballo criollo, ya
que ningún caballo mestizo o de otras razas foráneas puede realizar dicho
trabajo por más de tres a cuatro meses. Además, el caballo criollo es el principal
medio de transporte del llano venezolano y de todas aquellas regiones donde escasean
las vías de penetración, que son muchas. Se estima que si el caballo criollo desapareciera difícilmente podría ser sustituído, en resistencia, por
cualquier otro caballo.
Sin embargo, en la actualidad, este supercaballo
está en riesgo de extinción. Sucede que el proceso de selección natural mismo y la ausencia de manejo zootécnico,
han hecho del caballo criollo un animal con una fisionomía poco valorada por la
mayoría de los caballistas, ya que es un especimen de contextura delgada, de
poca alzada, que exhibe un porte y andar carentes de elegancia, razones por las
cuales, ha sido menospreciado y maltenido o, peor aún, mestizado con otras razas, práctica que, si
bien mejora algunas características
(como altura y velocidad), representa una gran amenaza, ya que va en detrimento de otras muy importantes, como la resistencia a
la fatiga y a las condiciones ambientales extremas. Como resultado de esta
situación, en la actualidad, son muy escasos los ejemplares puros que existen,
es decir, aquellos que conservan las características adquiridas durante los
cientos de años de selección natural. No en vano la FAO ha dado su voz de
alerta en relación a la extinción de las razas domésticas y ha señalado la
importancia de la conservación de la diversidad de éstas.
Es en respuesta a esta situación que surge la idea del proyecto al
que hago referencia al inicio de este mensaje; un proyecto cuya meta es
recuperar, preservar y fomentar la raza
del caballo criollo venezolano. La idea en este caso es implementar planes de
selección dirigida, de nutrición y control sanitario que permitan producir
ejemplares puros, sanos, muy resistentes y con una conformación fenotípica de
mayor prestancia, que les permita ser valorados en su justa medida. Y, de esta
manera, al igual que se ha hecho en otras experiencias de este tipo (como la
argentina), establecer y mantener vigente un estándar de la raza con
características propias y muy definidas.
En el marco de estos planteamientos, los
responsables de este proyecto, trabajando con gran pasión y profesionalismo, pero con
muy pocos recursos materiales, han recorrido más
de 10.000 kms en la búsqueda de ejemplares puros y, aunque esta tarea ha
resultado poco fructífera, en escasos 6 años, han obtenido
resultados asombrosos. En los actuales momentos, el proyecto cuenta con 14
ejemplares puros seleccionados rigurosamente y cuyas características
fenotípicas no tienen nada que envidiar a los mejores caballos criollos de
América del Sur, región dónde ha existido una tradición de conservación y
mejoramiento de la raza que data de hace más de 80 años y dónde se encuentra el
caballo criollo más cercano al estándar de la raza.
Como puede evidenciarse, las personas a cargo
de esta iniciativa están haciendo un gran esfuerzo a
nivel personal; sin embargo, las demandas del proyecto superan sus
posibilidades, circunstancias que pueden comprometer la sostenibilidad del
mismo y razón que me lleva a considerar que el momento es propicio para tenderle una mano y, al mismo tiempo, rendirle un homenaje al caballo criollo
venezolano.
Es importante resaltar que, más allá de la mera preservación de
un recurso biológico valioso y en peligro, este proyecto puede tener un
impacto muy positivo en todos los ámbitos del quehacer humano, tanto en el
socio-económico como en el histórico y cultural. El caballo criollo venezolano, en todas sus
dimensiones (histórica, cultural, económica, artística, anecdótica, etc) puede
ser tema fascinante para un libro o documental.
Si a ver vamos, el caballo ha sido fundamental para la vida del
hombre. Le ha servido en la guerra,
el transporte y el trabajo y ha sido tema de inspiración, tanto en las artes
plásticas como en la literatura, la
mitología y la música. De hecho, en la memoria
histórica de la humanidad, muchos caballos han compartido la gloria de sus
jinetes. Es
oportuno recordar que el proceso independentista de buena parte de América
(Venezuela, Argentina, Uruguay, Paraguay y México) se realizó a lomo del
caballo criollo, animal que resistió retos tan difíciles como el paso de Los
Andes. ¿Sabían Uds. que Palomo,
el caballo de Simón Bolívar, el que relinchaba al ruido de sus pasos o al
timbre de su voz, fue enterrado en
Mulaló, población colombiana que sobrevive, en gran medida, del turismo
atraído por la tumba del caballo del libertador? ¿Sabían Uds. que, de acuerdo a los conocedores del
tema, el caballo criollo debería ser considerado Patrimonio de la Humanidad ya
que representa uno de los descendientes vivos de ese ancestro español que fue
el caballo Castellano-Leonés, caballo de gran fortaleza y valentía, extinto
hace ya 70 años, que cubierto con armaduras de 350 Kg de peso, protagonizó una
táctica de guerra que facilitó la desocupación árabe en el sur de España?
Visualizo en el proyecto del rescate del
caballo criollo venezolano o del “patriota olvidado”, como le llaman sus
creadores, una gran oportunidad para fortalecer la identificación con lo
nuestro, preservar y enaltecer los valores venezolanos, promover el
uso eficiente de los recursos y, además, trabajar con nuestra gente.
Miryam
Montbrun
Padrillo "Palo de Agua"
"Mora Colina" y su hija "Caña Clara"
Dr. Héctor Jurado y su ejemplar "Palo de Agua"
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Al hacer algún comentario en cualquiera de los temas publicados en Jinete y Caballo, recuerda utilizar los buenos modales y evita palabras irrespetuosas u ofensivas.
Gracias por tu comprensión...